¿Y a quién no? aliento fresco, duchas diarias, desodorizante, perfume… ¡que no se le escape ni una!
Ya en el metro, de camino a mi casa, me entretuve ojeando las primeras páginas del texto, ya estaba virando la rueda invisible que me llevaría, años después aun a publicarmi propio texto, hacia el éxito que siempre y en toda circunstancia soñé.